Arturo MARTÍNEZ
La violencia en Tlaxcala no solo persiste, se fortalece. Los primeros tres meses de 2025 dejaron un saldo rojo que supera con creces al del año pasado. De acuerdo con cifras oficiales del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, los homicidios dolosos aumentaron casi un 30 por ciento en comparación con el mismo periodo de 2024.
Mientras que entre enero y marzo del año pasado se registraron 23 homicidios dolosos, en este 2025 la cifra se disparó a 30 casos. De estos, 20 personas fueron asesinadas con armas de fuego, confirmando que las balas siguen marcando el ritmo de la inseguridad en el estado. El resto de los homicidios se cometieron con otros elementos, sumando 9 casos, y apenas uno más con arma blanca. Marzo fue el mes más violento, cerrando con 11 homicidios, el número mensual más alto en este periodo.
En contraste, durante el primer trimestre de 2024, las armas de fuego también encabezaron las estadísticas, pero con 14 homicidios, seguidas de 6 muertes provocadas con otros objetos y 3 con arma blanca. Aunque las cifras de 2024 ya eran preocupantes, este año demuestran que la violencia homicida en Tlaxcala va en aumento y sin señales de contención.
Pero los homicidios no son el único reflejo de una estrategia de seguridad fallida. Otros delitos de alto impacto siguen presentes en la vida cotidiana de los tlaxcaltecas. El narcomenudeo, por ejemplo, creció de manera silenciosa pero constante: en 2024 se contabilizaron 87 carpetas de investigación en el primer trimestre, mientras que en 2025 la cifra llegó a 92 casos. Un incremento que evidencia la operación libre de redes de microtráfico, a pesar de los discursos oficiales.



Los delitos sexuales también mostraron una tendencia al alza. En los primeros tres meses de 2024, se denunciaron 41 casos relacionados con la libertad y seguridad sexual, incluyendo abusos y violaciones. Para 2025, estos delitos sumaron 45 casos, dejando claro que las víctimas siguen sin encontrar la protección adecuada.
La violencia familiar, aunque presentó una ligera disminución, sigue siendo una constante preocupante. En 2024 se registraron 50 casos en el primer trimestre, mientras que en 2025 fueron 44. Sin embargo, lejos de interpretarse como un avance, esta cifra sigue reflejando un entorno social fracturado y una atención insuficiente a este tipo de violencia.
El único delito que mostró una baja significativa fue el robo en general, que pasó de 699 casos en el primer trimestre de 2024 a 457 en el mismo periodo de 2025. Aunque la reducción parece positiva, no es suficiente para maquillar el crecimiento de la violencia más grave: la que cobra vidas.
Mientras las cifras crecen y la violencia se normaliza, la estrategia de seguridad implementada por el actual gobierno estatal parece no dar resultados. La Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC), bajo la dirección de Alberto Martín Perea Marrufo, ha dejado en evidencia la poca eficacia de sus acciones de prevención del delito. Los operativos se anuncian, pero los homicidios, el narcomenudeo y los delitos sexuales siguen marcando la agenda en las calles.
A esto se suma la deficiente procuración de justicia. La Fiscalía General de Justicia del Estado (FGJE), encabezada por Ernestina Carro Roldán, continúa acumulando carpetas de investigación mientras la impunidad avanza. La ciudadanía vive entre el miedo y la desconfianza, sabiendo que las denuncias pocas veces terminan en justicia.
En Tlaxcala, los números del primer trimestre de 2025 son fríos, contundentes y devastadores: más asesinatos, más droga circulando, más mujeres violentadas y una autoridad que no logra frenar la ola delictiva. La violencia dejó de ser una amenaza para convertirse en una rutina que cobra vidas, destruye familias y pone en evidencia que la seguridad prometida es, hasta ahora, una promesa vacía.
Porque mientras las balas siguen sonando, los discursos oficiales ya no alcanzan para ocultar la realidad.
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